Ya quedan aproximadamente 15 días para la elección de los nuevos miembros de la Asamblea Nacional. Desde nuestro punto de vista,en esta campaña, no ha habido sorpresas, todo ha sido previsible. Sin embargo, intentaremos hacer algunos comentarios que contribuyan a la comprensión de las estrategias que están en juego. El gobierno ha tenido que apelar a su mejor, y quizás único, activo: Hugo Chávez. Convirtiendo una elección regional en una nacional. Casi en un plebiscito: la ausencia de una obra de gobierno respetable, y una pésima labor parlamentaria; además, de problemas crónicos y otros coyunturales que se han juntado al mismo tiempo, como la inseguridad personal, los contenedores de PDVAL, la crisis eléctrica, desempleo, inflación, escasez de productos básicos, etc. han colocado al gobierno en una posición desventajosa que lo inhabilita para marcar la agenda de la campaña, como ha sido en el pasado, ubicándolo a la defensiva. Para salir de este atolladero, sagazmente, los estrategas gubernamentales, han decidido “borrar” el presente; o sea, obviar los problemas que señalan la gran incompetencia del régimen. Para lograr esa “proeza” han desarrollado cinco acciones: una, hacer énfasis en imágenes asociadas a pasados triunfos electorales y en momentos posteriores al 11 de abril que los coloca como victimas triunfadoras. Otra, hacer grandes promesas para el futuro. Tercera, abundar en propaganda sobre supuestos “logros” del gobierno. Cuarta, instigación al miedo: amenazas, denuncias de sabotaje y conspiraciones, detención de opositores .Y otra más, el abuso de poder, proyectando la idea de “todopoderoso”, para intimidar a la sociedad. El problema con estas líneas de acción es que los electores que razonan su voto no caen en el engaño. Saben que el proyecto chavista, después de 12 años, es un fracaso. Sin embargo, el gobierno cuenta con un apoyo sólido de alrededor de un 30 %, conformado por una parte de la nómina gubernamental y ese sector de la sociedad que prefiere regímenes autoritarios y militaristas, y que es subyugado por un líder mesiánico y carismático. Chávez, obviamente, no está en su mejor momento, situación comprometida que lo lleva a cometer errores de alto costo político: como negarle recursos a un hospital porque está bajo jurisdicción de una alcaldía de oposición; o, haber dejado morir al señor Brito y, después, ordenar a la fiscalía iniciar un procedimiento contra su familia. Con este cuadro, todo haría pensar que la oposición está viviendo horas estelares; pues no es exactamente así, ya que inexplicablemente, en el entendido de que esta es una campaña nacional, los partidos no han presentado un evento propagandístico unificado, con una idea clara; por consiguiente el electorado recibe un mensaje variado y confuso, que produce dudas. Por eso en las encuestas no aparece la oposición con el porcentaje de apoyo que le correspondería como complemento al 30% del chavismo; apareciendo, a su vez, un alto porcentaje de electores indecisos. Quizás en estos últimos 15 días, los partidos propongan un sólo mensaje, terminen de cubrir lo de los testigos de mesa, y resuelvan los problemas de ciertas disidencias que confunden a la opinión pública, para redondear la imagen de unidad que se reclama. De hacer esto, e insistir en cierto sector del electorado, insatisfecho con la gestión de gobierno, pero que guarda afecto hacia el mensaje de inclusión de Chávez, que esta elección no es para sacarle del poder y que sus programas sociales no serán afectados; sino por el contrario, con un parlamento plural, esos programas funcionaran mejor. De ser así, y si la gente sale a votar, hasta una mayoría en la Asamblea la oposición podría conseguir.
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